12 agosto, 2019
A menudo escuchamos o leemos que en el siglo pasado, nuestro país era diferente, más pujante y fundamentalmente con mayor preponderancia a nivel internacional. Supimos ser el “granero del mundo” dicen algunos que peinan canas. Son reseñas nostálgicas que rememoran otra época, muy distante a las que en tiempos de campañas electorales podemos encontrarnos, donde las miserias y las negatividades afloran en variadas circunstancias públicas. Está claro que en nuestro país impera un sistema político inestable y debilitado, donde la crisis de los partidos impacta directamente en su conformación. Es por ello que, no es extraño observar acciones propias del pragmatismo en las principales fuerzas políticas (Juntos Por el Cambio y Frente de Todos), donde la “revolución de los vices” dejan a trasluz una serie de acuerdos formales e informales que otorgan otra dinámica al proceso electoral del presente año. Es cierto que hablar de política en un año donde las presidenciales son el mayor atractivo, no es tan sencillo. Mencionar adhesiones y señalar oposiciones generan polémicas por doquier. Es por ello que resulta necesario elegir algunas variables que conforman el guion de la obra llamada elecciones para describir el escenario: La economía y el sistema financiero, la preferencia de los votantes, la homogeneidad del oficialismo, el rol de la oposición, las campañas electorales y su mensaje (¿de esperanza?, ¿de miedo?, ¿fakes news?, entre otras). Son sólo algunas piezas del rompecabezas que depara al 2019. A estas alturas, resulta paradójico que en la denominación de los principales frentes electorales estén las palabras Juntos (por el Cambio) y (Frente de) Todos. Es imprescindible superar la promocionada “polarización” y conformar una fuerza fruto del consenso, que permita el anhelado crecimiento que nuestro país necesita. Todos Juntos, ciudadanos, empresas y partidos, debemos consolidar el camino para otra Argentina.